Durante los últimos meses redes como TikTok e Instagram se han llenado de videos virales de artistas (algunos fallecidos) cantando canciones que no son suyas, incluso personajes ficticios como Homero Simpson.
Las tecnologías aumentan con velocidad y por ende los delitos informáticos. Y son varios los que están convirtiéndose una constante y siguen amenazando a la industria mundial para lo que resta de 2023.
A continuación, los ilícitos tecnológicos que han marcado tendencias y que llegaron para quedarse. Para Gonzalo Cruells, gerente general y CEO de Fastco Group, la principal compañía chilena experta en contacto, servicio y experiencia de clientes, hay tres amenazas que resultan primordial para monitorear y contrarrestar.
El aumento de la Inteligencia Artificial
«La Inteligencia Artificial y el aprendizaje automático permiten a los delincuentes analizar a cabalidad grandes cantidades de datos, que les llegan con rapidez y que a su vez les da la posibilidad de identificar patrones de comportamiento de las personas y empresas. Con ello atacan», señala Cruells, y agrega que los correos electrónicos de phishing son cada vez más imbatibles.
El Deepfake
Se trata de videos o sonidos falsos generados por la Inteligencia Artificial.
«Son muy engañosos. A veces pueden sonar voces de un familiar pidiendo un rescate y esto no es efectivo. Es una voz falsa, hecha por la IA», afirma Cruells.
Esto causa confusión. Por ello, «en el caso de los videos hay que tener mucha detención. Sólo con la pérdida en la calle de un documento de identidad con una fotografía, los ciberdelincuentes pueden hacer un video suplantando el rostro con aquella foto», dice Cruells.
Aquí los atacantes cibernéticos apelan exactamente a la extorsión y al acoso.
A continuación te dejamos un ejemplo muy distendido de lo que puede ser la inteligencia artificial con sonidos ficticios.
Aumento de los ataques de Ransomware
El ramsomware es un sistema de malware que afecta a los archivos de una compañía. Bolquea accesos, roba datos.
«Principalmente estos ataques afectan a compañías, organizaciones, entidades gubernamentales. Y quienes los accionan lo hacen con el mismo fin con los que los realizan con las personas naturales: La extorsión, cobro para que se recuperen datos robados, más aún cuando a veces está en juego información confidencial de una entidad o institución», puntualiza Cruells.