“El invento fue totalmente accidental”, confiesa el químico eléctrico Yair Ein Eli, sobre la mascarilla que creó y que se autodesinfecta con un cargador de celular.
El objetivo de este profesor del Departamento de Ciencia de Materiales e Ingeniería del centro Technion, en Haifa, es terminar con los tapabocas desechables, los que generan basura y contaminan el medioambiente.
Yair Ein Eli cuenta que un día recibió a un mensajero que llevaba días usando la misma mascarilla sin lavarla. Para comprobar su resistencia la colocó en un horno a 60 grados de temperatura.
Para su sorpresa la mascarilla aguantó y superó los 15 minutos, el tiempo que se demora en matar el coronavirus. De hecho resistió hasta doce horas en el horno.
Con estos positivos resultados, le colocó a las mascarillas una capa de fibra de carbono que se calienta con corriente baja de dos amperios, la misma que se genera al conectar un cargador de un smartphone.
“Hasta ahora se pueden hacer doce ciclos de calor con las máscaras que tenemos. Y vamos a llegar pronto a hacer cientos de ciclos antes de que la máscara no soporte más. Este elemento calentador puede ser colocado en cualquier máscara”, dice el académico.
El costo de estos tapabocas estaría alrededor de un dólar y en Estados Unidos ya están interesados en adquirir una patente para comenzar la producción.