Los grupos de WhatsApp son una herramienta indispensable a la hora de ponerse de acuerdo con un grupo de personas. Este es el caso de los grupos familiares, de amigos o de apoderados del colegio en donde conversan temas en relación a sus hijos en clases.
Por eso se vuelve molesto cuando llegan más de 100 notificaciones hablando de temas que nada tienen que ver con el objetivo del grupo. Un ejemplo de ello es el español Eugenio D’Ors quien a través de su cuenta de Twitter contó como logró salir de un grupo de apoderados.
Eugenio explicó que: “En realidad todo empezó en la reunión que se hizo en junio para darnos la bienvenida al colegio. Yo ahí ya me puse de mal rollo (mal humor), porque detecté una cuchipandi (cofradía) de papis y mamis, unos quince, que ya se conocían de la guardería. Ya se estaban haciendo los dueños del cotarro (grupo)”.
Un día se dio cuenta que tenía 84 notificaciones y, considerando que ya era demasiado, sobre todo porque eran temas ajenos a la escuela, decidió hacer notar su enojo y le dijeron que simplemente silenciara el grupo, incluso preguntó sobre el ramo de inglés y nadie le respondió.
Frente a ello optó por crear un plan con su esposa, quien también era parte del grupo, para que lo expulsaran y decidieron conversar temas privados por ahí, con diálogos como: “Cariño, ¿has colgado la ropa?” y su esposa respondió: “Sí, pero el calzoncillo del niño lo he vuelto a meter”.
El administrador se molestó por la conversación y le pidió que parara, frente a la negativa, logró que lo echaran. Hoy nadie lo saluda en las reuniones, lo cual no le afecta pues considera que nunca lo ayudaron en cosas importantes.
En realidad todo empezó en la reunión que se hizo en junio para darnos la bienvenida al colegio. Yo ahí ya me puse de mal rollo, porque detecté una cuchipandi de papis y mamis, unos quince, que ya se conocían de la guardería. Ya se estaban haciendo los dueños del cotarro.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Se tuvo que votar delegado. Y este grupito, con risitas de complicidad, señalando a un papi: «¡el Alex, el Alex!». Ahí ya empecé a sentir bastante rechazo. Ellos lo decidieron. Pues vale. Pues el Alex. Que además es calvo. Con hija de tres años y calvo. Bien.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
A continuación, el delegado Alex nos pasó el papel para apuntar nuestros números. Claro, él iba a ser el administrador, por supuesto. Muy diligente, por cierto. Al cabo de una hora recibía el mensaje diabólico: «Has sido añadido al grupo 🐥🐥Los Pollitos de P3 🐣🐣». Terror.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Y empezó la pesadilla. Resulta que la cuchipandi se dedicaba a poner sus gracietas que solo entendían ellos. Incluso quedaban entre ellos desde el chat. Todo esto en julio. El curso ni siquiera había empezado. Recuerdo que pregunté una cosa sobre el cuaderno de inglés. Silencio.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
En un momento dado, cuando entré y me encontré 84 notificaciones, intervine. «Hola, ¿podríamos reservar este chat para asuntos del colegio, por favor?». Silencio. Al cabo de una hora, uno contesta: «Se puede silenciar…». Contesto: «Si se silencia ¿qué función hace entonces?».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Me contesta otro: «La misma, lo vas mirando». Contesto: «Es que lo que molesta es la cantidad de mensajes que nada tienen que ver con el curso». Silencio.
Por la noche, otra vez. Venga a vibrar el móvil. Miro. Estaban organizando la barbacoa de mañana. La madre que los parió.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Entonces envío un mensaje: «Cariño, ¿has colgado la ropa?». Mi mujer también está en el grupo, claro. Contesta ella: «Sí, pero el calzoncillo del niño lo he vuelto a meter, que no veas». Añado: «¿Voy haciendo la cena?». Mi mujer: «Vale, te voy pelando patatas». Añade uno: «Ey».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Otro que no había intervenido nunca: «JAJAJAJAJAJA». Otro: «Tortilla con cebolla o sin cebolla». Empezaron a discutir sobre la tortilla. Se formó un debate impresionante. Y la cuchipandi callada. Yo me vine arriba. Envié la foto del negro de wasap. Ya sabéis.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
No tardaron en saltar varias mamis y algún aliado. Que qué vergüenza, que por favor, que qué me había pensado. Yo de vez en cuando añadía «jajajaja» y ya está. Intervino el administrador. «Cualquier otro mensaje de mal gusto y tendré que tomar medidas». Me la dejó botando.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Contesté: «¿Que te tomarás medidas? Yo no lo haría, Alex, no creo que aguantes la comparación con el negro».
Al cabo de unos segundos: «Has sido expulsado del grupo». Lo mejor fue que no cayeron en la cuenta de que mi mujer todavía estaba, de hecho todavía está.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Aunque no se ha dado a conocer nunca como la mujer del que la lió en el wasap. El debate que se generó a continuación fue de partidarios y detractores de mi causa. Y yo leyéndolo desde el móvil de mi mujer, me meaba. Hubo uno que dijo que echarme era de fascistas 😂
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Hace tres meses que comenzó el curso y no me saluda nadie, tampoco yo doy pie, siempre me mantengo alejado de los grupitos, me provocan urticaria. De hecho no sé ni quiénes son los papis de mi curso, me suena alguna cara, el único el calvo del Álex, el que me echó. A ese ni agua.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018
Pues esta es la historia, ya veis que no es nada del otro mundo, pero tenía que acabar con esa curiosidad que no os dejaba dormir 😂😂
Ahora ya la semana que viene os prometo el de los festivales de Navidad, que ya he ido a dos y el de ayer fue especialmente dantesco.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 14 de diciembre de 2018