Un grafitero brasuca estaba haciendo arte en una vivienda en Sao Paulo, pero pa su mala suerte llegó el dueño de casa, a quién no le pareció nada de bonito el diseño de este chiquillos, por lo que decidió vengarse.
El hombre indignado, lo sentó en plena calle y agarró el spray y le rayo todo el caracho. Ojo por ojo, diente por diente, dicen por ahí.