Ya sabemos de donde viene la calentura en los hombres. Este monito fue la prueba de ello. El animal se puso a jugar con una chiquilla y, de puro vivo, comenzó a correrle mano a la chiquilla que ni se molestó. El que puede, puede nomás.
No se sabe si el mono se hizo el loco o planeó todo desde el comienzo. La cosa es que el mamífero miró, tocó y se divirtió con su amiga que le celebró todas las movidas al animal. Al parecer la cabra tampoco lo pasó malito con el leseo.