Parece que se quedó dormido o simplemente le gustan las alturas. La cosa fue que un lolo y una señora salieron a dar un paseo en una mini avioneta. La cosa iba flor, el paisaje, el viento y la experiencia dejaban la cosa para una postal inolvidable, pero un tercer invitado se metió piola al viajecito.
¡Era el gato volador! No es que el cuchito tuviera alas, el animal apareció de la nada y, sin miedo, se puso a gozar de lo lindo con el paseo. El piloto se dio cuenta del invitado de piedra y de inmediato hizo el descenso para que el minino llegara sanito a tierra.
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