Ser garzona en un bar no es una pega fácil. Se trabaja de noche, hay que soportar a los curados, que los clientes no den propinas y, lo peor, se tiene que lidiar con los jotes que se ponen califas con un par de copetes en el cuerpo.
Eso le pasó a una mesera rusa en pleno horario de pega. La cabra fue a cobrar un pedido cuando el joven le quiso meter el dinero en la blusa. Ella no le aguantó la talla y le aforró, pero el lolo tampoco se quedó ahí y le tiró un agarrón en la cola. Mala jugada del joven, la garzona le dio con la bandeja como si estuvieran en un ring de lucha libre. Adolorido el cabro la va a encarar y ¡Paf! Otro merecido bandejazo por pavo.