Pero las hazañas no son épicas, de hecho algunas rayan la locura. Una de las que hizo Zhao Rui fue sujetar un taladro encendido y colocárselo en la sien mientras la punta de la máquina giraba. Otro de los logros que consiguió el monje fue colocar la garganta sobre una barra de hielo mientras se presionaba contra una pared. Tal es la dureza de su cabeza que también ha logrado romper piedras con el cráneo.
Pero su último logro demuestra que Zhao ya está para entrar al Récord Guinnes: el asiático se acostó sobre lanzas de metal. Lo mejor es que no se clavó y con el equilibrio tampoco se cayeron él y los elementos corto punzante.