Eso pasó con Michael Johnson, un joven de 27 años que , al igual que muchos, terminó una relación. Pero él no quedó contento y, una noche entró a la casa de su ex en Apopka Florida (Estados Unidos) y defecó en las sábanas que lo cobijaron durante muchas jornadas de pasión. No fue todo, también hizo la misma acción con el tocador, la billetera y una placa de vidrio.
Los hijos de la mujer se percataron de la presencia de Johnson y, al ver lo que hizo, llamaron a la policía. El despechado finalmente terminó acusado de robo en una vivienda ocupada, daños en propiedad ajena, molestia sanitaria, proporcionar información falsa a la policía, robo pequeño, y acecho agraviado.
Una lección de que a veces es mejor tragarse el orgullo antes de hacer alguna locura. Por eso siempre es mejor quedarse con los buenos momentos, si es que hubo.