Pero Gabi, en vez de echarles la espantada comenzó a alimentar a los pájaros hasta con el almuerzo que le enviaban. La relación comenzó en 2011, hoy Gabi tiene ocho años y un lugar destinado para alimentar a sus amigos.
Todo ahí pintaba normal pero pasó que los cuervos, bien considerados, comenzaron a llevarle regalos a la cabra. Barbies no, pero sí tuercas, huesos, aros perdidos y botones. La niña quedó más feliz que perro con dos colas y ya tiene una colección donde anota las fechas y lugares en que pillaron los cachivaches.