Lo que pasó en el Medio Oriente puede estar en el top ten de la mala suerte. Pasa que un grupo de familiares llevaba a un finado para el cementerio cuando, en medio de la procesión, el ataúd no resistió el peso y se rompió.
El muerto quedó en el piso mientras que los familiares se volvieron locos ante el percance. Lo rescatable del asunto fue que el muerto estaba cubierto con una sábana y no se vio nada.