El estudio se realizó en 36 adultos, en dos imágenes de resonancia magnética en cada uno, que reflejaron que el aprendizaje de una nueva lengua, activan las mismas partes del cerebro, que los juegos de azar, comer chocolate y tener relaciones sexuales…
«El objetivo del trabajo era analizar hasta qué punto aprender un lenguaje podría activar estos circuitos del placer y la recompensa. Por otro lado, que el lenguaje se haya podido sustentar en circuitos de este tipo es una hipótesis interesante desde el punto de vista evolutivo», señaló Pablo Ripollés, autor del estudio «El papel de la recompensa en el aprendizaje de las palabras y su implicacion en la adquisición del idioma»
Estas investigaciones podrían ayudar a descubrir las claves para el desarrollo de las lenguas humanas, y por supuesto, los motivos individuales que llevan al estudio de las lenguas extranjeras, entre los que se contaría una extraña sensación de placer (y probablemente inconsciente), que otorga esta acción.